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En los orígenes del arquetipo: las doce voces interiores de la narrativa simbólica según Carol S. Pearson

  • Foto del escritor: bretonamadeus
    bretonamadeus
  • 14 may
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: hace 6 días

¿Y si lo que llamamos transformación no viniera de afuera, sino del acto profundo de nombrar lo que somos?


Este artículo es la segunda entrega de la serie “En los orígenes del arquetipo”, y explora el modelo de Carol S. Pearson, quien convirtió los arquetipos en una arquitectura vivencial del alma. Basada en la raíz simbólica de Jung, su propuesta nos invita a descubrir las doce voces interiores que guían el relato de nuestra vida, nuestras decisiones y también nuestras creaciones.


Más que clasificaciones, los arquetipos que plantea Pearson son formas de conciencia simbólica: puertas internas que se activan en los momentos clave del tránsito humano. Cada uno representa una manera de sentir, actuar, buscar y transformar.


Este recorrido es una invitación a leernos desde el símbolo, a reconocer lo que está vivo por dentro y a expresarlo con más verdad.


Una forma de narrarnos —y narrar el mundo— desde una narrativa simbólica más profunda, más coherente y más nuestra.


Mujer de espaldas frente a un espejo antiguo. Su reflejo sureal de su propia espalda. Imagen simbólica del alma mirándose a sí misma en un gesto introspectivo y silencioso dentro de la narrativa simbólica.
El alma se ve a sí misma, dentro del lenguaje íntimo de la narrativa simbólica.

El arquetipo como brújula viva


¿Y si lo que llamamos transformación no viniera de afuera, sino del acto profundo de nombrar lo que somos?


No con etiquetas, ni diagnósticos, ni roles. Sino con palabras que tocan el centro. Con símbolos que no explican, pero revelan. Porque a veces no necesitamos cambiar de vida, sino de lenguaje. Nombrar distinto lo que ya está en movimiento.


Hay momentos en que el alma pide mapa. No porque esté perdida, sino porque está lista para ver con nuevos ojos. Ahí es donde los arquetipos aparecen no como conceptos, sino como espejos. Formas vivas del alma, inspiradas en la mirada de Carl Jung, que nos ayudan a reconocer quién está al mando dentro de nosotros: ¿el Guerrero o el Huérfano? ¿el Mago o el Bufón?


Carol S. Pearson entendió eso con claridad. Tomó la visión simbólica de Jung y la tradujo a una arquitectura interior que puede ser vivida, aplicada, compartida. No redujo los arquetipos junguianos: los ordenó para que pudieran acompañar procesos reales. De vida, de creación, de transformación simbólica, y también de comunicación.


Su propuesta no busca encasillar. Busca ofrecer un lenguaje simbólico que sirva como brújula: para el alma en crisis, para el relato que busca forma, para la marca que quiere ser coherente. Pearson no trabaja desde el misterio, sino desde la claridad profunda. Y es desde allí que propone su mapa de doce arquetipos, raíz de una narrativa simbólica viva y orientadora.


¿Cómo llegó a esa visión? ¿Qué une lo simbólico con lo cotidiano? Ahí comienza su travesía.


Un hombre de negocios moderno enfrenta a un guerrero espartano en un coliseo vacío, justo antes de la batalla. Imagen simbólica de los pares de fuerzas complementarias que componen la narrativa simbólica en el modelo de arquetipos de Carol S. Pearson, como estabilidad frente al riesgo.
Pares de fuerzas simbólicas en la narrativa arquetípica de Carol S. Pearson, donde cada figura expresa una tensión interior clave.

La propuesta de Pearson: una arquitectura de la narrativa simbólica


Carol S. Pearson no llegó a los arquetipos desde la abstracción, sino desde la necesidad de ofrecer una herramienta que pudiera ser vivida. Tomó la profundidad simbólica de Jung y la estructura narrativa del viaje del héroe —inspirada en Campbell—, y las transformó en un modelo claro, accesible y aplicable a la experiencia cotidiana.


Para ella, el arquetipo no es solo una figura interna: es una fuerza en movimiento. Una energía que guía, tensiona, inspira y transforma. Y si logramos reconocer qué arquetipo se está expresando en un momento de la vida, podemos actuar con más conciencia, alinearnos con lo que de verdad se está gestando en nosotros. Esa es la raíz de una verdadera transformación simbólica.


Así nació su modelo de doce arquetipos, organizados a partir de seis motivaciones humanas universales. Pearson no los plantea como una clasificación fija, sino como una arquitectura simbólica: un mapa del alma en tránsito. Cada arquetipo representa una forma de habitar una tensión vital, un deseo profundo, un desafío psíquico.


Estas motivaciones se agrupan en tres pares de fuerzas complementarias:


  • Estabilidad vs. Riesgo: Entre el deseo de seguridad y el impulso de aventura.

  • Pertenencia vs. Independencia: Entre el anhelo de conexión y la afirmación del yo.

  • Cambio vs. Verdad: Entre la necesidad de transformación y la búsqueda de sentido.


Cada arquetipo responde a uno de estos movimientos del alma. No son casillas: son momentos. Etapas. Energías que se activan según lo que estemos viviendo, deseando, buscando. Este enfoque convierte a los arquetipos junguianos en aliados cotidianos, y no en ideas abstractas. Una forma de llevar la narrativa simbólica al terreno de lo vivido.


¿Qué voces viven dentro de este mapa? ¿Qué formas toma el alma cuando se expresa a través de cada uno?

En el siguiente bloque, las conoceremos una por una.



Explorador de espaldas, vestido con ropa de comienzos del siglo XX, se adentra en una selva densa y misteriosa. Imagen simbólica del arquetipo del Explorador según Carol S. Pearson, como figura que busca lo desconocido dentro de la narrativa simbólica y el subconsciente humano.
El Explorador entra en la selva profunda del inconsciente y de lo aún no revelado.


Las doce voces del alma: los arquetipos de Pearson


Cada arquetipo es una puerta. Una forma de estar en el mundo, de responder a lo que nos toca, de procesar lo que nos atraviesa. No se eligen: nos habitan. A veces emergen con fuerza, otras se ocultan hasta que algo los convoca.


Carol S. Pearson los presenta no como etiquetas, sino como estructuras vivas del alma. Figuras internas que pueden guiar, confundir, inspirar o sanar, dependiendo de cómo las escuchemos. Habitar un arquetipo es reconocerse en una fase de la vida, en un impulso del ser, en una lección por aprender. En este sentido, los arquetipos funcionan como símbolos del alma en movimiento.


Aquí están, uno por uno, sus doce arquetipos, cada uno con su propia energía, tensión y potencial. En conjunto, componen un mapa interno de narrativa simbólica, donde cada figura revela un aspecto esencial de nuestro viaje interior. Una lectura contemporánea, aplicada, y fiel al legado de los arquetipos junguianos:



1. El Inocente


Significado simbólico

Confía. Aún no ha sido herido, o elige mirar con ojos limpios. Cree que todo estará bien si es fiel a su esencia. Su luz es la fe; su sombra, la ingenuidad. Es la parte de nosotros que anhela pureza.


Narrativa simbólica

Cuando habita un relato, el Inocente no impulsa la acción: sostiene el sentido. Es la raíz vibrante de lo que aún no ha sido contaminado. Su fuerza no está en cambiar el mundo, sino en conservar la visión que lo justifica. Es el símbolo de todo comienzo que no ha perdido su alma.



2. El Huérfano


Significado simbólico

Ha perdido la inocencia. Sabe que la vida puede herir, pero aún busca pertenencia. Su fuerza es la empatía con el dolor ajeno; su riesgo, quedar atrapado en la herida. Es la conciencia de la pérdida… y del anhelo de cuidado.


Narrativa simbólica

En el relato, el Huérfano introduce una humanidad que desarma. Es el temblor que fractura los ideales y obliga a mirar de frente. Su arquetipo no grita: respira en los silencios. Cuando aparece, el relato se vuelve más hondo, porque muestra lo que se ha perdido —y la dignidad de seguir.



3. El Guerrero


Significado simbólico

Actúa con firmeza. Protege lo que ama, lucha por lo justo, corta con lo falso. Su poder es la claridad de propósito; su peligro, endurecerse. Es la fuerza que dice “basta” y la voluntad que transforma.


Narrativa simbólica

En la narrativa, el Guerrero no es quien gana batallas: es quien las honra. Habita el relato cuando hay algo que debe ser dicho con acción. Su presencia convierte el conflicto en destino. Su victoria no es imponer, sino mantener lo sagrado en pie.



4. El Cuidador


Significado simbólico

Sostiene, nutre, abraza. No busca reconocimiento, sino alivio para el otro. Encierra el misterio de la entrega silenciosa. Su sombra: olvidarse de sí. Es el alma que ama a través del servicio.


Narrativa simbólica

Cuando el Cuidador entra en la trama, el relato deja de correr y se detiene en el cuerpo, en el tacto, en el vínculo real. Es el gesto que no cambia la historia, pero la redime. Su fuerza simbólica no está en lo visible, sino en lo que no se rompe cuando todo cae.



5. El Explorador


Significado simbólico

Busca lo que aún no ha sido nombrado. Se lanza más allá de lo conocido por lealtad a una voz interior que dice: “esto no es todo”. Puede perderse, sí. Pero en su pérdida está su expansión.


Narrativa simbólica

Narrativamente, el Explorador no lleva al héroe a un lugar: lleva al relato a una profundidad distinta. Es el que rompe la narrativa lineal y la convierte en deriva simbólica. Su presencia introduce preguntas donde antes había respuestas.



6. El Rebelde


Significado simbólico

Rompe lo dado. Cuestiona lo que otros han naturalizado. Su fuego puede quemar o alumbrar. Su rabia lúcida puede abrir puertas que parecían selladas para siempre.


Narrativa simbólica

Cuando aparece, el relato se quiebra. Pero no por capricho, sino por necesidad simbólica. El Rebelde introduce el punto de no retorno. Su energía desestructura, pero no destruye: desvela. Lo que estaba dormido se agita. Lo que antes parecía sagrado se muestra limitado —y pide ser transformado.



7. El Amante


Significado simbólico

Desea unión. No solo erótica: también con la belleza, la intimidad, lo vivo. Su luz es la devoción; su riesgo, la dependencia. Es la parte del alma que se entrega y vibra.


Narrativa simbólica

Su aparición transforma la trama en experiencia. El relato se vuelve carne, tacto, mirada. El Amante no sostiene la historia: la intensifica. No necesita ser correspondido para ser real. Su presencia despierta la emoción que el relato aún no se atrevía a nombrar.



8. El Creador


Significado simbólico

 No tolera el vacío sin forma. Necesita dar cuerpo, manifestar, traer al mundo algo nuevo. Vive entre lo invisible y lo tangible. Su sombra puede ser la obsesión, pero su don es sagrado.


Narrativa simbólica

En el relato, es el que transforma el caos en arquitectura. No necesita palabras: necesita estructura simbólica. El Creador da forma al dolor, al deseo, al tránsito. Su poder no es hacer, sino encarnar lo que pide ser dicho.



9. El Bufón


Significado simbólico

Ríe donde otros temen. Desarma la rigidez, revela lo absurdo, aligera lo denso. Su risa puede liberar o esconder. Cuando es auténtico, abre espacio para lo real.


Narrativa simbólica

Narrativamente, su entrada oxigena. Interrumpe. Saca al relato de su rigidez y lo vuelve poroso. El Bufón no entretiene: revela. Aparece para mostrar que también el absurdo y la risa pueden contener verdad.



10. El Sabio


Significado simbólico

Observa, comprende, ilumina. Su saber no impone: aclara. Busca verdad, no control. Puede parecer distante, pero su visión es faro. Es quien ve sin necesidad de dominar.


Narrativa simbólica

El Sabio no explica el relato: lo orienta desde la atmósfera. Su presencia no da respuestas, pero hace que las preguntas resuenen más hondo. Es el personaje o la escena que deja un eco, no una lección.



11. El Mago


Significado simbólico

Transforma. Une mundos, traduce lo invisible, revela el poder que tienen las cosas cuando se miran desde el centro. Vive en el umbral. Su don es la alquimia.


Narrativa simbólica

Cuando aparece, todo cambia sin que se note. El relato da un giro no narrativo, sino simbólico. El Mago habilita transiciones profundas: del dolor a la forma, del caos al símbolo. No impone estructura: la revela.



12. El Gobernante


Significado simbólico

Ordena con sentido. Sostiene estructuras, toma decisiones, establece dirección. Su poder está en la legitimidad, no en el control. Puede construir imperios o sostener justicia.


Narrativa simbólica

Narrativamente, es quien pone límites que hacen posible la transformación. El Gobernante no cierra la historia: la estabiliza. Su presencia permite que el relato encuentre forma sin perder libertad. Es la estructura cuando ya no hay miedo.



Estos arquetipos no son piezas estáticas. Se activan, se apagan, se entrelazan. Una misma persona puede habitarlos todos, en distintos momentos, según el ritmo de su alma.


Y si aprendemos a reconocerlos, también podemos usarlos: para narrarnos con más verdad, para crear con más alma, para vivir con más conciencia.En definitiva, para habitar una narrativa simbólica que sea reflejo y brújula.


Pero los arquetipos no viven solo dentro. También se expresan en lo que hacemos, en lo que creamos, en cómo nos contamos ante los demás.


¿Cómo traducir este mapa interior en relato, en obra, en marca?

Eso es lo que veremos a continuación.




Niño pequeño, con ropa desgastada y rostro sucio, camina solo por una calle empedrada y vacía. Imagen simbólica del arquetipo del Huérfano según Carol S. Pearson: vulnerabilidad, pérdida y la fuerza interior que nace del abandono.
Huérfano, figura de profunda humanidad en la narrativa simbólica de Pearson.

Del alma al relato: narrativas, creación y marca con arquetipos


Reconocer los arquetipos no es un ejercicio intelectual. Es un acto de conciencia simbólica. Una forma de alinear lo que sentimos, lo que hacemos y lo que expresamos. Cuando sabemos qué figura nos habita —o cuál nos falta—, podemos vivir, crear y comunicar desde un centro más claro.


Carol S. Pearson llevó esta intuición aún más lejos. Vio que los arquetipos junguianos no solo están en las personas: también están en las historias que contamos, en las obras que creamos, e incluso en las marcas y el branded content que construye sentido colectivo.


Porque toda narrativa, cuando es auténtica, tiene alma. Tiene una fuerza simbólica que le da coherencia y potencia. Pearson propuso entonces una lectura radical pero simple: las marcas también pueden habitar arquetipos, y cuando lo hacen con conciencia, generan resonancia real.


Una marca Creadora, por ejemplo, no solo vende innovación: materializa una visión. Una marca Cuidadora no solo entrega un servicio: acompaña, sostiene, protege. Una marca Rebelde no solo rompe esquemas: expresa una necesidad cultural de cambio. Y así con cada uno.


Este enfoque abrió una nueva dimensión: la del relato con sentido simbólico. Ya no se trata solo de persuadir, sino de revelar una verdad interior. De construir vínculos que no se basan en el impacto, sino en la coherencia emocional. En mostrar quién soy, para que el otro pueda reconocerse también.


Así, los arquetipos pasan de ser patrones internos a convertirse en claves narrativas y creativas. Permiten a las personas y a las marcas contar historias con raíz, con propósito, con memoria. Es decir, habitar una verdadera narrativa simbólica, donde cada gesto comunica desde el alma.


Porque el símbolo no es solo un lenguaje del alma. También es una forma de comunicación profunda entre el yo y el mundo.


Joven adulto encendiendo fuego frente a una estatua rota o un muro con símbolos antiguos rayados, en un entorno de comienzos del siglo XX. Imagen del arquetipo del Rebelde como figura de ruptura y transformación dentro de la narrativa simbólica.
Rebelde, figura de tensión simbólica, ruptura y transformación profunda en la narrativa simbólica.

¿Para qué los arquetipos? El poder simbólico de reconocerse


Los arquetipos no son categorías. Son espejos. Nos permiten ver lo que está activo en nosotros, incluso cuando no lo entendemos del todo. Reconocerlos no es encasillarse: es escuchar con más profundidad lo que el alma intenta expresar.


Para Carol S. Pearson, este acto de reconocimiento es una forma de libertad. Porque cuando nombramos lo que nos mueve, lo que nos hiere, lo que nos impulsa, podemos actuar desde un lugar más consciente. Vivimos menos a ciegas. Nos narramos con más verdad.


Su modelo no busca simplificar al ser humano, sino ofrecerle una brújula simbólica: una forma de orientarse en los momentos de tránsito, de crisis, de creación. Nos dice: no estás perdido, estás en un arquetipo. Y eso ya es un mapa. Ya es una posibilidad de transformación simbólica.


Pero esa transformación no se queda en lo personal. Cada vez que alguien se reconoce, también transforma el relato colectivo. Porque al vivir con más autenticidad, también comunica con más profundidad. Y ese gesto —vital, narrativo, creativo— tiene el poder de reencantar el mundo.


Ahí es donde la narrativa simbólica se vuelve esencial.


Porque no basta con sentir: también es necesario darle forma al tránsito interior. La narrativa simbólica no es un modelo externo ni una estructura técnica, sino la forma viva que toma el símbolo cuando se vuelve relato. Es la posibilidad de contar desde dentro. De permitir que el símbolo hable a través de nosotros, y que lo arquetípico se vuelva lenguaje compartido.


La propuesta de Pearson, entonces, es simple y radical: nombrarnos para habitarnos mejor. Y desde ahí, crear, cuidar, cambiar o gobernar —según lo que el momento del alma pida. Una invitación a integrar los símbolos del alma en el relato que elegimos vivir.


Y así como Jung abrió la puerta al símbolo, y Pearson lo tradujo a una arquitectura de vida, la siguiente autora nos invita a detenernos ante la imagen misma: a no interpretarla, sino a habitarla.


Sallie Nichols no utilizó el tarot como predicción, sino como espejo simbólico del alma. Su lectura junguiana de los arcanos mayores despliega una narrativa simbólica profunda, donde cada imagen es una etapa del viaje interior.


Será con ella que daremos el siguiente paso: una exploración del tarot como lenguaje vivo, poético y transformador.


Los arquetipos no son categorías. Son espejos. Nos permiten ver lo que está activo en nosotros, incluso cuando no lo entendemos del todo. Reconocerlos no es encasillarse: es escuchar con más profundidad lo que el alma intenta expresar.




Enfermera de espaldas, de pie en una habitación con camas de hospital, en un entorno de comienzos del siglo XX y luz cálida. Imagen simbólica del arquetipo de la Cuidadora, que representa la contención, la dedicación y el cuidado silencioso en la narrativa simbólica.
La Cuidadora en la narrativa simbólica: dedicación sin gesto, presencia que sostiene.


📚 Recursos recomendados


Para profundizar en cómo los arquetipos configuran nuestra experiencia y cómo la narrativa simbólica puede sostener una transformación profunda y auténtica, te comparto estos contenidos clave:


🔰 En los orígenes del arquetipo: una serie desde Jung hasta Nichols en la narrativa simbólica

Introducción a la serie. Una mirada general sobre el arquetipo como forma viva del alma y su relevancia en el relato, la creación y la imagen interior.


🧠 En los orígenes del arquetipo: narrativa simbolica del alma segun Carl Jung

 Una introducción a la mirada junguiana sobre los arquetipos, su relación con el inconsciente colectivo y su vigencia como lenguaje interior.


🔮 En los orígenes del arquetipo: el tarot como narrativa simbólica del alma según Sallie Nichols

Una lectura del tarot como mapa psíquico, donde cada imagen refleja un tránsito interior. Nichols propone habitar los arcanos como símbolos vivos del proceso de individuación.



🌌 En los orígenes del arquetipo: habitar la narrativa simbólica con James Hillman 

Una invitación a vivir el símbolo desde lo poético y lo imaginal. Hillman propone un alma que se expresa a través de imágenes, no conceptos.



🌍 Fuentes externas esenciales


Obra fundamental donde Pearson presenta su modelo de doce arquetipos como guía de transformación personal y colectiva.


Una exposición directa de Carol S. Pearson, donde explora cómo los arquetipos no solo viven dentro de nosotros, sino que nos acompañan como aliados en los momentos clave de transformación.


Una introducción directa de la autora sobre su visión de los arquetipos, su vínculo con Jung y cómo pueden aplicarse a la transformación personal, narrativa y organizacional.



✍️ Otros recursos del autor


Aplicación directa de los simbolos en la creación de relatos de marca con raíz simbólica y coherencia emocional.


Cómo construir narrativas con alma desde el gesto, el simbolo y el arquetipo.



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