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En los orígenes del arquetipo: Sallie Nichols y el tarot como narrativa simbólica del alma

  • Foto del escritor: bretonamadeus
    bretonamadeus
  • 15 may
  • 21 Min. de lectura

Actualizado: hace 5 días

¿Alguna vez sentiste que lo único verdadero era detenerte? ¿Que no podías seguir avanzando sin antes entregarte por completo a la confusión?


A veces el alma no necesita avanzar, sino detenerse. No para rendirse, sino para mirar distinto. En el tarot, esas pausas toman forma. No como respuestas, sino como símbolos que despiertan procesos profundos.


Este artículo explora la lectura que Sallie Nichols —analista junguiana— hace del tarot como un mapa simbólico del alma, donde cada imagen refleja un momento del viaje interior. No es un enfoque esotérico ni predictivo: es una invitación a habitar el símbolo como parte del lenguaje psíquico que nos atraviesa.


Desde el Loco hasta el Mundo, esta lectura propone entender el tarot no como un mazo de significados, sino como una narrativa simbólica en movimiento, cargada de potencia arquetípica, sentido profundo y posibilidades reales para quienes crean, acompañan o narran con propósito.


Imagen cinematográfica de El Diablo del tarot ambientada en el siglo XX, símbolo de sombra activa, deseo reprimido y confrontación interior según la narrativa simbólica de Sallie Nichols.
El Diablo es el arquetipo que revela la tensión entre deseo y conciencia en el viaje del alma.

Entrar al tarot como quien entra a su propio reflejo.


¿Alguna vez sentiste que lo único verdadero era detenerte? ¿Que no podías seguir avanzando sin antes entregarte por completo a la confusión? ¿Y si tu alma necesitara colgarse del mundo para mirar lo esencial desde otra perspectiva?


El Colgado —una de las imágenes más enigmáticas del tarot— no representa una situación externa, sino una postura interior. Una inversión. Un giro que obliga a mirar distinto. La carta no grita su sentido: lo deja resonando. Como muchas de las imágenes que componen el tarot simbólico, no explica: despierta.


El tarot tiene su origen en Europa, hacia el siglo XV, como juego de cartas. Su uso simbólico es posterior, pero no arbitrario. Con el tiempo, sus imágenes —especialmente las de los arcanos mayores— comenzaron a ser leídas como vehículos de sentido profundo. No porque “dijeran el futuro”, sino porque contenían algo que toca el alma. Algo que se recuerda, sin haberlo aprendido.


Sallie Nichols no se acercó al tarot como quien busca respuestas inmediatas, sino como quien reconoce en la imagen una vía hacia lo invisible. Analista formada en la psicología junguiana, su lectura de los arcanos no tiene nada de esotérico. Es una lectura interior, una forma de narrativa simbólica. En su obra Jung y el Tarot: un viaje arquetípico, propone una exploración del tarot como mapa del alma: un recorrido simbólico que atraviesa figuras, etapas y tensiones internas.


¿Cómo llega una psicóloga formada en el análisis junguiano a leer un mazo de cartas como si se tratara de una secuencia de transformación del alma? ¿Qué vio Nichols en estas imágenes? ¿Por qué decidió habitarlas, más que interpretarlas?


Este artículo busca seguir esa huella.

Y abrir, desde allí, otra entrada hacia el arquetipo.


Imagen cinematográfica de El Colgado del tarot ambientado en el siglo XX, símbolo de suspensión psíquica y transformación interior en la narrativa simbólica según Sallie Nichols.
El Colgado la pausa simbólica antes del despertar.

El tarot no habla del futuro, habla de la consciencia


No hubo un momento grandioso ni una revelación mística.


Hubo una imagen.


Una imagen que no buscaba predecir, sino decir algo más antiguo. Sallie Nichols no se encontró con el tarot como quien encuentra una herramienta, sino como quien tropieza con algo que ya estaba esperando.


Lo simbólico, en su caso, no fue una elección: fue un llamado.


Su formación en el Instituto C.G. Jung de Zúrich marcó la raíz de ese llamado. Allí comprendió que el símbolo no es algo que se interpreta, sino algo que nos atraviesa. 


Nichols habitó el cruce entre análisis y consciencia, entre estructura teórica y experiencia interior. Desde allí, el tarot se le presentó no como un objeto esotérico, sino como un sistema vivo de imágenes que encarnan movimientos psíquicos reales.


En los arcanos mayores no vio personajes ni destinos, sino procesos. Cada carta le hablaba de una transición. De un estado del alma que no se puede explicar, pero que todos, en algún momento, hemos tocado. El tarot, entonces, empezó a revelarse como un recorrido interior. Un mapa de fases, no de certezas. Una forma de narrativa simbólica visual y emocional.


Para Nichols, mirar una carta era entrar en un espejo. No leer su significado, sino dejarse afectar por lo que despierta. La contemplación se volvió camino, y el tarot, un lenguaje del símbolo que acompaña —más que informa— el proceso de individuación.


¿Qué estructura profunda sostiene estas imágenes?

¿Qué fuerza las hace persistir como símbolos vivos?

¿Qué es exactamente un arquetipo, y cómo se manifiesta en el tarot?



Imagen cinematográfica de La Muerte del tarot con ropas del siglo XX, símbolo de transformación psíquica profunda y cierre de ciclo en la narrativa simbólica según Sallie Nichols.
La Muerte no significa final, sino transmutación, encarna el paso necesario para que el alma se renueve desde dentro

Cuando la imagen toca, el alma recuerda


Para Sallie Nichols, los arquetipos del tarot no son conceptos abstractos ni ideas universales. Son movimientos internos que todos, en algún punto, atravesamos. La fuerza de estas imágenes arquetípicas no está en lo que representan, sino en lo que despiertan. Cada una encarna un momento, una tensión, un tránsito de la consciencia.


Cuando una imagen del tarot conmueve, no lo hace porque “dice algo” sobre nosotros, sino porque nos pone frente a algo que ya estaba adentro. El símbolo no ilustra una situación externa: moviliza una vivencia interior. En este sentido, los arquetipos no son personajes, sino formas que toma el alma cuando está en proceso.


En el tarot, cada imagen está cargada de una potencia simbólica. El Loco no es solo el inicio: es la irrupción de lo desconocido. La Muerte no es un final: es una transformación profunda. El Diablo no es maldad: es sombra activa. Así, las imágenes no informan, impactan. Nos obligan a sentir desde otro lugar.


Nichols no busca “interpretar” estas figuras. Su lectura es más bien una entrega. Una disposición a dejarlas operar desde adentro. Porque el símbolo no busca explicar, busca reorganizar. Lo que se activa ante una imagen arquetípica no es el pensamiento, sino la psique entera.


El tarot —en esta clave— no se utiliza. Se habita.


Y si se habita con honestidad, muestra algo esencial: que el alma se transforma en espirales. Que no avanzamos en línea recta, y que lo simbólico es un mapa vivo de esos giros.


Así, lo que en apariencia es solo una carta, es en realidad una figura arquetípica viva, cargada de sentido interior.


Cada imagen toca una fibra distinta del alma, como si compusieran una sinfonía simbólica que nos acompaña en distintas etapas de la vida.


Pero ¿cuáles son esas imágenes? ¿Qué figuras sostienen este recorrido? ¿Qué forma toma la narrativa simbólica del tarot cuando se despliega en su totalidad?


En el siguiente bloque, entramos al corazón del mazo: los 22 arcanos mayores como formas del alma en tránsito.



Imagen cinematográfica de La Torre del tarot ambientada en el siglo XX, símbolo de ruptura arquetípica, colapso simbólico y revelación interior en la narrativa simbólica según Sallie Nichols.
La Torre representa el derrumbe de estructuras internas que ya no sostienen el alma.

La narrativa simbólica del tarot: 22 arquetipos, 22 caminos del alma


Cada uno de los 22 arcanos mayores no es solo una carta, sino una imagen arquetípica que refleja una etapa del alma.


Cada figura, más que un símbolo aislado, es un proceso interior que la psique atraviesa en su viaje de transformación. No son personajes fijos, sino momentos del alma. Aquí, la vida no se mueve en línea recta, sino en espirales —ciclos que se entrelazan con la memoria colectiva y los lenguajes del símbolo.


Presentación uno a uno (según Nichols): los 22 arquetipos del tarot



Imagen simbólica de El Loco del tarot, símbolo del inicio del viaje del alma según la narrativa simbólica de Sallie Nichols.
  1. El Loco 


Significado simbólico: Imagen sin número ni contorno, El Loco representa el alma antes de ser domesticada por el yo o el deber. Es el impulso original, libre, inocente, radicalmente abierto al misterio. Vinculado al Niño Divino de Jung, encarna el deseo de vivir sin cálculo, el gesto anterior a toda estructura. No ha sido condicionado, y por eso puede saltar. No por inconsciencia, sino por intuición intacta.


Narrativa simbólica: “No tengo rumbo, pero algo me impulsa. Dejo lo conocido sin mirar atrás. No tengo mapa, pero tampoco miedo. Hay una risa en mí que no es burla: es comienzo. Camino hacia lo que no sé.” En el relato, El Loco encarna el instante antes de toda estructura. Es la irrupción de lo nuevo, el impulso puro. Aparece en personajes que se lanzan sin plan, o como símbolo narrativo del salto al vacío. Abre historias desde lo incierto y puede cerrar ciclos con inocencia recuperada.



El Mago del tarot como símbolo de voluntad y creación en la narrativa simbólica.
  1. El Mago


Significado simbólico: El Mago es la imagen de la conciencia que despierta y organiza. Simboliza el pasaje de la potencia a la manifestación, de lo invisible a lo nombrable. Canal entre lo superior y lo material, encarna el momento en que el alma aprende a actuar. Vinculado al arquetipo del Trickster en su aspecto luminoso, El Mago posee poder creativo, pero también ambivalente: puede manifestar o manipular, según su alineación con el centro.


Narrativa simbólica: “Todo lo que necesito está sobre la mesa. Nada me falta. Soy puente entre lo visible y lo invisible. No dudo: actúo. Donde tú ves caos, yo veo posibilidad. El mundo se pliega a mi intención.” En el relato, El Mago representa el momento de activación de la voluntad. Es el personaje que toma las riendas, canaliza energía, transforma visión en acción. Habita escenas de inicio, invención o encantamiento. Su fuerza simbólica marca el paso del deseo al gesto creador.



La Sacerdotisa del tarot como símbolo de intuición profunda en la narrativa simbólica del alma.

  1. La Sacerdotisa


Significado simbólico: La Sacerdotisa guarda el umbral entre lo consciente y lo inconsciente. No habla: vela. Representa el conocimiento profundo que no se enseña, sino que se revela en silencio. Como imagen simbólica, encarna el Ánima en su forma intuitiva y psíquica, portadora de misterio y verdad no racional. En su quietud, ofrece acceso a la dimensión interior que guía desde lo invisible.


Narrativa simbólica: “No necesitas entenderme. Solo quedarte quieto. Yo guardo lo que no debe ser dicho, pero puede sentirse. No soy respuesta: soy umbral. Escúchame en el silencio.” En el relato, La Sacerdotisa simboliza la sabiduría interior, el saber que no necesita demostración. Habita momentos de pausa, misterio o percepción intuitiva. Sostiene escenas donde lo velado habla más que lo explícito. Su aparición invita a no actuar aún, sino a intuir.



Carta del tarot La Emperatriz como símbolo de creación fértil y madre arquetípica en la narrativa simbólica.

  1. La Emperatriz


Significado simbólico: La Emperatriz representa el alma fértil en su capacidad de dar vida, nutrir y sostener sin medida. Es la expresión de la abundancia, la sensualidad y la creatividad encarnada. Vinculada al arquetipo de la Gran Madre en su aspecto generoso, es fuente de vida, cuerpo, naturaleza y ritmo cíclico. Puede ser refugio y matriz, pero también un exceso de contención si no encuentra límite.


Narrativa simbólica: “No me expliques. Siembras una palabra en mí, y la devuelvo hecha forma. Yo no apuro nada: dejo que crezca. Mi reino es fértil porque no lo obligo. No me muevo: fecundo.” En el relato, La Emperatriz encarna la creación como proceso natural. No empuja la historia, pero sin ella, nada florece. Habita momentos de gestación, belleza y conexión con lo vivo. Su presencia vuelve fértil lo invisible y hace visible lo que ya pedía nacer.



Imagen simbólica de El Emperador del tarot, representación del orden y la estructura interior en el viaje del alma.

  1. El Emperador 


Significado simbólico: El Emperador representa el principio de orden y estructura. Establece límites, jerarquías, contornos. Es la imagen de la conciencia que organiza el mundo externo, que construye marcos dentro de los cuales la vida pueda desarrollarse. Desde una lectura junguiana, puede expresar funciones asociadas a la Persona —el yo adaptado al mundo— o a un principio masculino estructurador del alma. Su luz es el orden legítimo; su sombra, el autoritarismo estéril.


Narrativa simbólica: “No improviso. Trazo. Levanto estructuras donde otros solo ven espacio. Mi palabra ordena. Mi límite sostiene. La libertad también necesita forma.” En el relato, El Emperador representa la autoridad interior, la afirmación del orden, la ley que estructura el relato. Habita escenas donde el caos debe organizarse. Encierra la figura que sostiene, dirige, decide. Puede ser sostén o rigidez, pero siempre estructura.



Carta de El Hierofante del tarot, símbolo del conocimiento sagrado y la mediación espiritual en la narrativa simbólica.

  1. El Papa o Hierofante 


Significado simbólico: El Hierofante representa la transmisión del saber simbólico. Es la conexión ritual con lo trascendente a través del mito, la tradición o el símbolo. Más que enseñar, canaliza un lenguaje sagrado que sostiene sentido. Desde la perspectiva junguiana, esta imagen puede evocar el impulso hacia el Self como totalidad, o manifestar al Anciano Sabio como mediador entre lo interno y lo eterno. Su don es abrir sentido; su riesgo, volverse dogma.


Narrativa simbólica: “No hablo de mí. Hablo de lo que ha sido transmitido. No invento: traduzco. Llevo símbolos antiguos en la lengua de ahora. No soy sabio: soy puente.” En el relato, El Hierofante representa la transmisión de saberes, la guía basada en tradición, comunidad o rito. Habita escenas de aprendizaje profundo o iniciación. Su función simbólica es recordar que no todo debe ser inventado: algunas verdades necesitan ser heredadas.



Imagen de Los Enamorados del tarot, símbolo de elección y tensión entre opuestos en el relato simbólico del alma.

  1. Los Enamorados


Significado simbólico: Los Enamorados no son sólo unión: son elección. Esta imagen representa la polaridad viva del alma, la necesidad de decidir entre dos fuerzas internas igualmente verdaderas. En su raíz junguiana, evoca la integración de los opuestos psíquicos, y puede aludir al proceso de encuentro con el Ánima/Ánimus. Lo importante no es a quién se elige, sino desde qué lugar del alma se elige.


Narrativa simbólica: “Estoy parado entre dos caminos, pero no elijo con la cabeza. El amor no siempre une: a veces divide. Pero lo que elijo, me define.” En el relato, Los Enamorados simbolizan la tensión entre deseo y responsabilidad. Aparecen como decisiones cruciales que cambian el curso del relato. Habitan escenas donde el alma debe asumir lo que ama, aunque duela. Son el símbolo del amor que transforma.



Carta de El Carro en el tarot, símbolo de dirección, impulso y conquista simbólica del alma.

  1. El Carro 


Significado simbólico: El Carro es el alma en movimiento que logra sostener dirección. Representa el avance con propósito, cuando fuerzas internas opuestas se alinean hacia un objetivo. Vinculado al arquetipo del Héroe en marcha, no por conquista externa, sino por afirmación interior. La tensión no desaparece, pero se canaliza. El Carro es voluntad simbolizada.


Narrativa simbólica: “Yo avanzo. No siempre sé hacia dónde, pero sé que no puedo parar. Las riendas me pertenecen. La meta no es segura, pero el movimiento es verdadero.” En el relato, El Carro representa la determinación que enfrenta obstáculos. Encierra el impulso que no se detiene, pero también el riesgo de avanzar sin reflexión. Habita escenas de conquista, afirmación o fuga. Es el símbolo del deseo que toma forma y se lanza.



Carta de La Fuerza del tarot, símbolo de dominio interior, contención psíquica y poder simbólico.

  1. La Fuerza 


Significado simbólico: La Fuerza representa el poder que no domina, sino que integra. Es la imagen del alma capaz de contener lo instintivo sin reprimirlo, de escuchar sin ceder al impulso. Esta figura toca el arquetipo de la Sombra, no para rechazarla, sino para habitarla desde una presencia más amplia. La verdadera fuerza no se impone: transforma desde dentro


Narrativa simbólica: “No domino con dureza. Me acerco. Escucho el rugido y no me asusto. Abro la boca del monstruo sin violencia. La bestia me reconoce, porque no quiero vencerla: quiero integrarla.” En el relato, La Fuerza simboliza la potencia que no necesita imponerse. Aparece en personajes que atraviesan pruebas con templanza, que transforman por presencia y no por reacción. Es símbolo de poder interno, integración instintiva y firmeza suave.



Carta de El Ermitaño del tarot como símbolo del retiro interior, sabiduría y visión introspectiva del alma.

  1. El Ermitaño 


Significado simbólico: El Ermitaño simboliza la búsqueda interior que se retira del ruido para encontrar verdad en la profundidad. Porta una luz que alumbra el camino hacia adentro, paso a paso. Puede ser una manifestación del arquetipo del Anciano Sabio, no como maestro exterior, sino como conciencia interior que surge en la soledad fértil. El saber aquí no se impone: se revela en la sombra.


Narrativa simbólica: “Apago el ruido. Camino solo, no por huir, sino por buscar. No llevo respuestas, solo una lámpara. La luz no alumbra lejos: solo hasta donde piso.” En el relato, El Ermitaño simboliza la introspección y la sabiduría que se conquista en soledad. Habita escenas de retiro, revelación íntima o pausa significativa. Es el símbolo del saber que llega cuando todo se ha callado.



Imagen de La Rueda de la Fortuna del tarot, símbolo del cambio cíclico y el giro arquetípico del destino.

  1. La Rueda de la Fortuna


Significado simbólico: La Rueda expresa la dinámica de lo inevitable, lo cíclico, lo que escapa al control del yo. En términos junguianos, puede vincularse con los movimientos del Self cuando actúa como centro regulador del inconsciente colectivo, recordando al ego que no es el eje. Esta imagen no juzga: muestra que todo gira, y que la psique también se mueve en ritmos más amplios que el deseo personal.


Narrativa simbólica: “No soy premio ni castigo. Giras conmigo, te guste o no. No obedezco tu lógica. Soy ritmo, repetición, fractura y retorno. No soy respuesta: soy movimiento.” En el relato, La Rueda simboliza los giros imprevistos del destino narrativo. Habita escenas donde la historia cambia sin explicación. Introduce azar, repetición o karma. No resuelve: sacude. El relato debe adaptarse o repetirse, pero nunca queda igual.



Carta de La Justicia del tarot, símbolo de equilibrio, discernimiento y consecuencia en la narrativa simbólica.

  1. La Justicia


Significado simbólico: La Justicia es discernimiento. No moraliza, pero ve con claridad. Representa la mirada que integra causas y consecuencias, que no se deja llevar por emoción ni dogma. Desde una mirada junguiana, puede relacionarse con la función del Self como equilibrador entre las partes opuestas del alma. Su espada no castiga: corta lo innecesario para restaurar sentido.


Narrativa simbólica: “No soy imparcial: soy precisa. Corto lo que no encaja. No busco castigo, sino medida. Si dudas de mí, es porque aún no has mirado todo el espejo.” En el relato, La Justicia aparece cuando la trama exige equilibrio, verdad o consecuencia. Habita escenas donde las decisiones ya no pueden postergarse. Es el símbolo de la alineación interior, de la responsabilidad asumida con lucidez.




El Colgado del tarot, símbolo de entrega interior y percepción invertida en el proceso simbólico del alma.

  1. El Colgado 


Significado simbólico: El Colgado representa el sacrificio interior que transforma. Suspendido, invierte la mirada: no huye ni se impone, se entrega. Esta imagen puede relacionarse con la acción del Self en su función de disolución del ego, o con momentos de tránsito donde el arquetipo del Héroe renuncia para abrirse a un nivel más profundo de conciencia. No hay victoria, pero sí verdad.


Narrativa simbólica: “No estoy atrapado: me entregué. Dejé de luchar. Estoy suspendido entre lo que fui y lo que aún no nace. Lo que ves como pérdida, yo lo llamo perspectiva.” En el relato, El Colgado marca el momento de detención profunda. Habita pausas dramáticas, rendiciones o cambios de conciencia. Su presencia invita al relato a mirar desde otro ángulo. No empuja: revela. No resuelve: transforma desde la entrega.



Imagen de La Muerte del tarot, símbolo de transformación psíquica y renacimiento en la narrativa simbólica.

  1. La Muerte 


Significado simbólico: La Muerte representa el final necesario. No es destrucción, sino transformación: cierre de un ciclo para que otro pueda nacer. En términos junguianos, puede entenderse como una fase del proceso de individuación, donde lo viejo —personas, roles, identidades— debe morir simbólicamente. Es el arquetipo del tránsito, donde el alma se vacía para poder reconfigurarse.


Narrativa simbólica: “No llego con ruido. Caigo como una hoja seca. No destruyo: limpio. No soy el final: soy el gesto que hace espacio. Lo que no sueltas, te pesa.” En el relato, La Muerte encarna cierres necesarios y transformaciones irreversibles. Habita escenas de pérdida simbólica o renovación profunda. Es el corte que no es castigo, sino tránsito. Todo lo que sigue después de ella, es otra historia.



Imagen de La Templanza en el tarot, símbolo de armonía, alquimia interna y conciliación simbólica del alma.

  1. La Templanza 


Significado simbólico: La Templanza es el arte de unir lo opuesto. Representa la alquimia interior que no niega las tensiones, sino que las integra. Simbólicamente cercana al equilibrio que el Self propone en su función de totalización, La Templanza sugiere armonía viva, no inmovilidad. Es curación a través de la mezcla consciente, no de la perfección.


Narrativa simbólica: “No me apuro. Mezclo lo que parece opuesto, sin anularlo. Soy el arte de sostener la contradicción sin romperse. No soy equilibrio: soy alquimia.” En el relato, La Templanza aparece en escenas de integración interior. Representa la maduración simbólica, la tregua, el punto medio que no es tibieza. En la narrativa, es el descanso que transforma, el momento en que el alma se organiza.



Imagen de La Templanza en el tarot, símbolo de armonía, alquimia interna y conciliación simbólica del alma.

  1. El Diablo


Significado simbólico: El Diablo representa la sombra activa: los impulsos reprimidos, los deseos no reconocidos, los vínculos tóxicos con lo que nos domina sin que lo sepamos. En la lectura junguiana, evoca directamente el arquetipo de la Sombra, que no es el mal, sino lo no integrado. Cuando se le teme o se le niega, encadena; cuando se le reconoce, revela su energía transformadora.


Narrativa simbólica: “Yo no miento: muestro lo que escondes. Soy tu deseo prohibido, tu máscara, tu impulso silenciado. No soy el mal: soy lo negado. Si me enfrentas, ya no me domino.” En el relato, El Diablo simboliza el momento en que el alma choca con su sombra activa. Habita escenas de compulsión, transgresión o autoengaño. No destruye, pero revela. Exige al relato atravesar la oscuridad sin juicio, con mirada cruda.



Imagen de La Torre del tarot, símbolo de ruptura, colapso necesario y verdad simbólica revelada.

  1. La Torre 


Significado simbólico: La Torre es el derrumbe de la estructura falsa. Es el momento en que el alma ya no puede sostener una forma que no le pertenece. Desde la perspectiva junguiana, puede entenderse como una irrupción arquetípica que desmantela una identificación del ego. El colapso aquí no es castigo, sino apertura. El símbolo rompe, para que lo real emerja.


Narrativa simbólica: “Soy lo que colapsa sin previo aviso. Soy el trueno que cae en tu certeza. Pero no vengo a dañar: vengo a liberar lo que estaba atrapado.” En el relato, La Torre representa el colapso simbólico de una estructura. Habita momentos de revelación, ruptura o trauma necesario. Deshace lo que ya no puede sostenerse. En su caída, deja campo fértil. El alma reconfigura desde los restos.



Carta de La Estrella del tarot, símbolo de esperanza, guía interior y sanación simbólica.

  1. La Estrella 


Significado simbólico: La Estrella es la imagen de la esperanza regeneradora. Representa la calma que sigue a la tormenta, la reconexión suave con el alma después del derrumbe. Puede entenderse como una manifestación simbólica del Self como centro luminoso, al que se retorna tras el descentramiento. Su presencia no impone sentido: lo deja aparecer como agua clara.


Narrativa simbólica: “No vengo a brillar fuerte. Vengo a recordarte lo esencial. Después del caos, soy la voz que susurra sin pedir nada. Lo que ves como fragilidad, yo lo llamo luz.” En el relato, La Estrella aparece como símbolo de renovación interior. Habita escenas de sanación sutil, inspiración o verdad silenciosa. Su presencia alivia sin resolver. Es guía que no obliga. Y por eso transforma.



 Imagen de La Luna del tarot como símbolo de lo inconsciente, lo gestante y la narrativa simbólica en formación.

  1. La Luna


Significado simbólico: La Luna es el reino del inconsciente profundo, de las imágenes ambivalentes y los paisajes internos aún no traducidos. Evoca el terreno simbólico donde el Ánima/Ánimus, la Sombra y las proyecciones operan sin filtro racional. Es la psique en su estado más primitivo y fértil, donde el alma debe aprender a navegar sin mapa. La Luna no guía con claridad, pero revela por resonancia.


Narrativa simbólica: “No soy claridad. Soy reflejo. Soy lo que sientes antes de entenderlo. Lo que asoma en la niebla. Si me sigues, no llegarás más lejos, pero llegarás más hondo.” En el relato, La Luna simboliza el tránsito por la incertidumbre emocional o psíquica. Habita escenas donde reina la intuición, el deseo o la confusión. En la narrativa, representa estados en los que la historia se desdobla, se sueña o se descentra.



El Sol es el arquetipo de la conciencia plena. El alma reconoce su luz, su centro, y su relato puede por fin mostrarse con verdad.

  1. El Sol


Significado simbólico: El Sol representa la claridad que no abruma. La conciencia que ha integrado sombra, deseo, y herida, y que puede mostrarse sin máscara. Simbólicamente vinculado al Self en su fase iluminadora, expresa la posibilidad de individuación encarnada: el alma que brilla no por ego, sino por verdad. El Sol no niega lo anterior: lo revela como parte del todo.


Narrativa simbólica: “Ya no hay sombra. Todo es visto. Pero no impongo: revelo. Soy el momento en que entiendes sin pensar. Mi calor no juzga. Ilumina.” En el relato, El Sol simboliza el reconocimiento pleno. Habita escenas de iluminación, reencuentro o comprensión esencial. Es símbolo de armonía activa, de verdad sin esfuerzo. Su presencia no soluciona, pero clarifica con una luz que no arde: abraza.



Carta de El Juicio del tarot, símbolo de despertar interior, renovación del alma y llamado simbólico.

  1. El Juicio


Significado simbólico: El Juicio es el llamado profundo a una nueva vida. No es castigo: es despertar. Desde una perspectiva junguiana, puede ser leído como una manifestación del Self que exige integración definitiva, una reconciliación con todo lo vivido. Es el alma respondiendo a su propósito. Lo no resuelto pide forma; lo dividido, totalidad.


Narrativa simbólica: “No vengo a condenarte. Vengo a recordarte. No llamo desde afuera: llamo desde lo profundo. Soy memoria y renacimiento. No el final: el retorno consciente.” En el relato, El Juicio representa el despertar a una versión más auténtica del alma. Habita escenas de epifanía, redención o verdad que no puede ya ser negada. En la narrativa simbólica, es el momento en que el relato se enfrenta a su raíz. Y el alma, a su voz.



Imagen de El Mundo del tarot, símbolo de integración final, unidad simbólica y cierre del viaje del alma.

  1. El Mundo


Significado simbólico: El Mundo es la imagen de la totalidad alcanzada. No como perfección, sino como integración consciente de todas las fases del viaje. Simbólicamente cercano al Self como centro y totalidad viva, representa el alma en su plenitud expresiva. La danza que sostiene la multiplicidad sin fragmentación. El Mundo es unidad encarnada.


Narrativa simbólica: “Ya no buscas. Estás. No te falta nada, pero tampoco te detienes. Porque el círculo no se cierra para terminar, sino para abrir otro. Soy la totalidad que respira.” En el relato, El Mundo simboliza la integración completa. Habita escenas de culminación, comunión o trascendencia. Es el relato que ya no gira en torno al conflicto, sino al sentido. En la narrativa simbólica, es la arquitectura viva de un alma que encontró su forma.

 


Imagen simbólica del Loco al final del viaje del alma en el tarot, símbolo de reinicio cíclico, libertad arquetípica y transformación desde la narrativa simbólica junguiana.

  1.  El Loco (retorno)


Significado simbólico: Al final del recorrido, El Loco reaparece transformado. Ya no es solo el impulso inicial que ignora, sino la conciencia que ha soltado la necesidad de controlar. Ha cruzado todos los umbrales: sombra, muerte, juicio, revelación. Vuelve a caminar, pero ahora sin peso. Desde una mirada junguiana, esta figura puede entenderse como una manifestación elevada del Self: totalidad psíquica que ha integrado las tensiones del alma y se expresa sin fijación en la forma. El Loco final encarna la libertad lúcida del símbolo que no necesita explicación, solo presencia.


Narrativa simbólica: “Ya no tengo miedo de no saber. Todo lo que recorrí vive en mí, pero no me pesa. Vuelvo a andar, sin equipaje. Ahora sé que cada paso es símbolo. Y no camino solo: me acompaña todo lo que fui.” En el relato, El Loco como retorno no es inocencia: es libertad ganada. Habita escenas donde el personaje ha atravesado el viaje y elige soltar la estructura. Marca comienzos circulares, saltos conscientes o renacimientos vitales. En la narrativa simboliza el alma que vuelve al mundo con ligereza sagrada.


Lo que se ha presentado aquí es apenas una entrada, un trazo inicial.


Cada una de estas imágenes merecería una exploración individual, más extensa, más matizada. Por razones editoriales, esta lectura propone una visión de conjunto: un mapa del alma en tránsito, donde cada figura no define, sino señala un umbral psíquico.


El tarot —leído desde esta clave— no es un sistema cerrado, sino una narrativa simbólica en movimiento.


Un recorrido donde el alma atraviesa polaridades, muertes, integraciones y revelaciones, siguiendo un arco que se parece más a una espiral que a una línea recta. Desde El Loco hasta El Mundo, y otra vez El Loco, las imágenes no enseñan: despiertan. No imponen forma: ofrecen resonancia.


Aquí no hablamos de arquetipos como conceptos, sino como experiencias vivas.Cada imagen del tarot activa un gesto narrativo interior. No son figuras para clasificar, sino espejos para escuchar lo que en nosotros pide ser narrado. Así, el tarot se convierte en una dramaturgia simbólica del alma: una forma de leer el devenir interior desde una conciencia más profunda

.

Y desde aquí se abre la pregunta central del último bloque:


¿Por qué importa todo esto en la vida real?¿Qué implica integrar estos arquetipos del tarot en la experiencia cotidiana?¿Y cómo puede la narrativa simbólica transformar no solo lo que sentimos, sino también cómo habitamos el mundo?


Imagen cinematográfica de La Luna del tarot con estética del siglo XX, símbolo de confusión psíquica, intuición no verbalizada y estados liminales en la narrativa simbólica de Sallie Nichols.
La Luna simboliza es el umbral donde lo inconsciente empieza a tomar forma simbólica antes de volverse palabra.

Narrativa simbólica del alma: integrar, crear, habitar sentido


Para Sallie Nichols, y para toda la tradición junguiana que la inspira, el tarot no sirve para anticipar el futuro, sino para revelar lo que ya está latiendo en el alma. Cada imagen simbólica actúa como un espejo: no proyecta lo que ocurrirá, sino que expone lo que está en proceso interno, incluso antes de que pueda ser nombrado.


El trabajo con los arquetipos del tarot no es un ejercicio esotérico ni una introspección cerrada: es una práctica de lectura simbólica profunda, capaz de traducir los movimientos invisibles de la psique en figuras, tensiones y escenas con forma. El tarot, desde esta clave, es una narrativa simbólica en movimiento: un lenguaje visual del alma que permite comprender lo que aún no ha sido dicho, pero ya está vivo.


Y ahí reside su valor como herramienta narrativa.


Porque narrar no es solo contar lo que pasó: Es dar forma a lo que nos habita. Es traducir una experiencia interior en imágenes arquetípicas que, al compartirse, generan resonancia colectiva.

Cada imagen del tarot contiene no solo un símbolo, sino una escena fundacional, un conflicto estructurante, una arquitectura dramática que puede volverse relato, cine, literatura, diseño o arte. En ese sentido, los arquetipos no solo reflejan lo psíquico: permiten encarnar tensiones universales que sostienen una historia.


  • La Torre no es “algo que se rompe”: es el colapso que revela lo esencial.

  • El Carro no es solo avance: es el dilema del impulso frente al centro.

  • La Luna no es confusión: es el lenguaje aún en gestación. La emoción que precede a la forma.


Leído desde esta perspectiva, el tarot no es un recurso narrativo: Es una dramaturgia arquetipal, un mapa simbólico de la psique en tránsito.


Por eso, para quienes crean, diseñan, escriben o narran, el tarot leído desde la psicología junguiana no ofrece fórmulas, sino estructuras vivas. No respuestas, sino arquitecturas simbólicas que despiertan sentido.

La narrativa simbólica no es un adorno conceptual.Es una forma rigurosa de crear con alma.


Permite diseñar relatos donde los personajes encarnan figuras psíquicas activas. Donde las escenas dramatizan tensiones reales del alma. Donde la forma no impone, sino acompaña el proceso interno.

El tarot, entonces, no dirige la historia: la revela. No impone estructura: la convoca. Y al hacerlo, transforma tanto la experiencia personal como el imaginario colectivo.


El tarot, entonces, no dirige la historia: la revela. No impone estructura: la convoca.Y al hacerlo, transforma tanto la experiencia personal como el imaginario colectivo.


Pero incluso esa arquitectura simbólica tiene un límite.Porque hay momentos en los que el alma no quiere mapa, ni arquetipo, ni forma.Solo quiere ser acompañada en su misterio.


Ahí es donde entra James Hillman.


Su psicología arquetipal no busca interpretar, sino imaginar. No traduce el símbolo: lo escucha.Con él, cruzaremos el último umbral de esta serie: un territorio donde lo simbólico se vive como atmósfera, como estética del alma, como relato que no busca decir… sino resonar.



Imagen cinematográfica de La Estrella del tarot ambientada en el siglo XX, símbolo de esperanza restaurada, guía interior y renovación psíquica según la narrativa simbólica de Sallie Nichols.
La Estrella encarna el renacer del alma desde su verdad más íntima y luminosa.

📚 Recursos recomendados


Para profundizar en cómo los arquetipos configuran nuestra experiencia y cómo la narrativa simbólica puede sostener una transformación profunda y auténtica, te comparto estos contenidos clave:


🔰 En los orígenes del arquetipo: una serie desde Jung hasta Nichols en la narrativa simbólica

Introducción a la serie. Una mirada general sobre el arquetipo como forma viva del alma y su relevancia en el relato, la creación y la imagen interior.


🧠 En los orígenes del arquetipo: narrativa simbólica del alma segun Carl Jung

 Una introducción a la mirada junguiana sobre los arquetipos, su relación con el inconsciente colectivo y su vigencia como lenguaje interior.


🔔 En los orígenes del arquetipo: las doce voces interiores de la narrativa simbólica según Carol S. Pearson

Explora los doce arquetipos universales como herramientas para comprender la narrativa interior que guía nuestra vida. 


🌌 En los orígenes del arquetipo: habitar la narrativa simbólica con James Hillman 

Una invitación a vivir el símbolo desde lo poético y lo imaginal. Hillman propone un alma que se expresa a través de imágenes, no conceptos.


🌍 Fuentes externas esenciales


📘 Jung and Tarot: An Archetypal Journey – Sallie NicholsEl libro clave que inspira este artículo. Una obra profunda que vincula los Arcanos Mayores del tarot con los arquetipos de la psicología junguiana, explorando el mazo como un mapa simbólico del proceso de individuación.


📖 Tarot and the Archetypal Journey: The Jungian Path from Darkness to Light – Reed/Nichols (edición revisada)Edición actualizada y extendida de la obra original, con un nuevo prefacio y enfoque editorial. Incluye una relectura del viaje simbólico desde el inconsciente hasta la totalidad.


📰 Carl Jung y el tarot – Reflexión de Mary K. Greer

Mary K. Greer —referente en el estudio serio del tarot— ofrece una mirada crítica y accesible sobre las resonancias junguianas en la práctica simbólica del tarot, incluyendo una mención al trabajo de Sallie Nichols.


📰 Jung y el tarot – bornundersaturn.com

Un ensayo riguroso y accesible sobre la relación entre el pensamiento de Carl Jung y el simbolismo del tarot. 


✍️ Otros recursos del autor


Cómo construir narrativas con alma desde el gesto, el simbolo y el arquetipo.


Aplicación directa de los simbolos en la creación de relatos de marca con raíz simbólica y coherencia emocional.







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