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En los orígenes del arquetipo: narrativa simbólica del alma segun Carl Jung

  • Foto del escritor: bretonamadeus
    bretonamadeus
  • 12 may
  • 13 Min. de lectura

Actualizado: 17 may

¿Y si todo comenzara cuando algo se quiebra?


Esa fisura —íntima, invisible, inevitable— puede ser la entrada a un territorio más profundo: el alma simbólica.


Este artículo inaugura la serie “En los orígenes del arquetipo”, un viaje a través del pensamiento de Carl Gustav Jung, Carol S. Pearson, Sallie Nichols y James Hillman para comprender cómo los arquetipos operan en lo más hondo de la experiencia humana.


En esta primera entrega exploramos cómo Jung abrió las puertas del inconsciente colectivo al reconocer la fuerza viva de los símbolos del alma.


Desde visiones personales hasta la formulación de los arquetipos junguianos, este texto propone un descenso narrativo hacia las raíces de una narrativa simbólica que no solo interpreta el alma, sino que la escucha.


Un punto de partida para quienes desean contar su propio relato desde un lugar más verdadero: con propósito, con memoria, con sentido.


Libro de tapa roja con una cruz solar roja y blanca al centro, enmarcada dentro de un sol, representación simbólica de El Libro Rojo de Jung y la narrativa simbólica como puerta al alma.
Cruz solar, símbolo de integración, centro y despertar del alma simbólica.

El alma como imagen


¿Y si todo comenzara cuando algo se quiebra?


Una fisura. Un sueño que nos inquieta. Una pérdida. Una voz que no sabemos de dónde viene.


¿Y si lo que llamamos crisis fuera, en realidad, la entrada a una cueva? Un descenso inevitable hacia lo desconocido. No para huir, sino para recordar.


En esa oscuridad, empiezan a aparecer imágenes. No son ideas ni recuerdos. Son presencias. Formas antiguas que emergen desde el fondo del alma, cargadas de sentido. No las entendemos, pero nos conmueven. Como si dijeran algo que siempre supimos.


Esas figuras —que visitan nuestros sueños, nuestros cuentos, nuestras visiones— no surgen solo de lo personal. Vienen de un fondo más vasto, más profundo. Una especie de memoria común a todos los seres humanos. A ese territorio interior, Carl Gustav Jung lo llamó inconsciente colectivo.


Jung no fue simplemente un psiquiatra. Fue un explorador del alma simbólica. Un hombre que se atrevió a entrar en su propia cueva. Lo que encontró allí no fue locura, ni caos, sino un orden simbólico más allá de la razón. Y al seguir el rastro de esas imágenes, comenzó a trazar un mapa: el mapa de los arquetipos junguianos.


Pero ¿cómo llegó hasta allí? ¿Qué lo empujó a mirar donde otros no querían mirar?


Ese viaje interior, más que intelectual, fue una travesía radical del alma. Y ahí comienza la historia que necesitamos contar. Una historia que hoy nos permite comprender los símbolos del alma como base profunda de toda narrativa simbólica.



Carl Gustav Jung en su estudio, concentrado sobre una bitácora abierta mientras dibuja símbolos. Representación íntima del proceso creativo y visionario que dio origen a su narrativa simbólica.
El origen vivencial del arquetipo y la narrativa simbólica como expresión del alma.

La travesía de Jung hacia el arquetipo y su narrativa simbólica


Todo comenzó con una ruptura. Jung se separó de Freud no solo por una diferencia teórica, sino por un movimiento más profundo: una intuición que lo alejaba del enfoque exclusivamente sexual y racional de la psique. Algo en él sabía que el alma no podía reducirse a causas, ni explicarse solo desde lo externo.


Lo que siguió no fue un camino académico, sino una crisis. Una grieta. El inicio de su propio descenso.


Durante años, Jung vivió en la frontera entre el mundo cotidiano y un universo interior que se abría cada vez con más fuerza. Empezó a registrar sueños, a seguir imágenes espontáneas, a dialogar con figuras que emergían sin control consciente.


No las negó ni las patologizó. Las escuchó. Las dibujó. Las dejó hablar. Fue así como su vida comenzó a girar en torno a un lenguaje distinto: el de los símbolos.


Este proceso quedó registrado en un manuscrito personal y visionario que más tarde se conocería como El Libro Rojo. No es un tratado ni una obra científica. Es un testimonio de alma. Allí, Jung volcó las visiones, mandalas, conversaciones interiores y relatos que dieron forma a su comprensión simbólica del mundo. Un cuaderno sagrado donde el pensamiento se convirtió en imagen, y donde emergió la estructura pura de una narrativa simbólica.


Fue en ese descenso que comprendió algo esencial: que las figuras que lo visitaban no eran sólo suyas. No venían de su historia personal. Había algo en ellas que pertenecía a todos.


Así nació su idea del inconsciente colectivo: un estrato profundo de la psique donde viven formas universales —los arquetipos junguianos— que se expresan en toda experiencia humana.



Figura arquetípica del bufón de cuerpo completo en postura juguetona. Imagen simbólica que representa al trickster junguiano como fuerza disruptiva en la narrativa simbólica, capaz de romper estructuras y activar la transformación.
El bufón, energía simbólica que interrumpe, rompe reglas y abre el camino hacia la renovación.


El nacimiento del arquetipo: qué es, cómo actúa, cómo nos toca


Jung no llegó al concepto de arquetipo desde la teoría, sino desde la experiencia. Lo vivió antes de nombrarlo. Fue a través de visiones, sueños, imágenes que surgían sin control consciente, que comenzó a percibir una constante: esas figuras parecían tener una vida propia. No respondían a sus deseos, ni a su historia personal. Había en ellas una fuerza, una forma, una intención.


Así nació la idea de los arquetipos: formas universales del alma que habitan el inconsciente colectivo. La palabra viene del griego arkhé (origen, principio) y typos (impresión, huella, modelo). Un arquetipo es, literalmente, una huella original. Una forma primordial que deja marca.


No son ideas fijas ni personajes definidos. Son potencias psíquicas, estructuras invisibles que moldean el contenido de nuestra experiencia sin ser ellas mismas contenido. Como moldes ocultos, los arquetipos junguianos organizan la forma en que sentimos, imaginamos, soñamos, narramos.


Se manifiestan en sueños que no entendemos, en cuentos que se repiten desde hace siglos, en obras de arte, en mitos que atraviesan culturas, en síntomas que parecen hablar otro idioma. Aparecen como imágenes, como atmósferas, como presencias que resuenan más allá de lo racional.


Cuando un arquetipo se activa, lo sentimos: nos habita algo que no controlamos del todo, pero que tiene sentido profundo. Se convierten en símbolos del alma, ofreciendo claves que van más allá de la lógica.


Interiormente, los arquetipos operan como organizadores simbólicos. Nos afectan emocional y psíquicamente. Marcan etapas vitales, crean tensiones, despiertan búsquedas. Nos acompañan, nos confrontan, nos transforman. Son como ríos subterráneos que moldean el paisaje interior aunque no siempre los veamos.


Pero, si son formas, ¿qué formas toman?

¿Qué figuras se repiten una y otra vez en el alma humana?


En el siguiente bloque, abrimos esa puerta. Una puerta también hacia un tipo de storytelling con propósito, donde narrar es recordar lo esencial.


Anciano medieval en su estudio rodeado de libros, mapas y símbolos antiguos. Imagen que representa al arquetipo del Sabio y la contemplación profunda del alma a través de los arquetipos junguianos en la narrativa simbólica.
El Sabio, guía ancestral en la narrativa simbólica según Jung.

Las formas del alma: principales arquetipos según Jung


Los arquetipos no son personajes. Son formas vivas del alma. Presencias simbólicas que nos habitan, nos tocan y nos guían. No aparecen siempre con rostro claro: a veces emergen en un sueño, en una historia que nos conmueve, en una crisis que nos desarma. Están en el fondo de nuestras decisiones, nuestros conflictos, nuestras búsquedas. Y aunque parezcan antiguos, siguen vivos. Porque hablan el idioma del alma.


Entre los que Jung exploró con más profundidad, hay algunos que siguen apareciendo —una y otra vez— como figuras esenciales de nuestro viaje interior:



El Yo (Ego)


Significado simbólico

El Yo es el centro de la conciencia, la instancia desde la cual percibimos, decidimos y nos reconocemos como sujetos. Aunque no es técnicamente un arquetipo, Jung lo considera el punto de referencia desde el cual se organiza la experiencia subjetiva. El Yo es necesario para la orientación psíquica, pero su alcance es limitado: desconoce los contenidos inconscientes que lo rodean, y tiende a confundirse con la totalidad de la psique.

En el proceso de individuación, el Yo debe descentrarse: comprender que no es el todo, sino una parte que debe dialogar con lo inconsciente. Esa rendición voluntaria del Yo a algo más vasto —el Sí-Mismo— es una de las claves de la psicología analítica.


Narrativa simbólica

En la construcción narrativa, el Yo es el punto de partida. No es necesariamente el protagonista visible, sino la mirada desde la cual la historia se construye al inicio. A lo largo del relato, este Yo entra en tensión con fuerzas que lo sobrepasan (Sombra, Ánima/Ánimus, etc.) y debe rendirse o expandirse. El Yo no sostiene la trama: la inicia. Su evolución o disolución es lo que permite que el relato no sea solo acción, sino transformación.



La Sombra


Significado simbólico

La Sombra es el arquetipo de lo excluido. Representa todo aquello que el Yo ha reprimido, negado o proyectado, no necesariamente por ser "malo", sino por no coincidir con la autoimagen consciente. Está compuesta por aspectos instintivos, creativos, agresivos, sexuales, emocionales… todo lo que ha quedado fuera de la conciencia. En los sueños y visiones aparece como figuras amenazantes, animales, dobles, desconocidos. Integrar la Sombra es fundamental para el proceso de individuación: no se trata de eliminarla, sino de reconocerla como parte constitutiva del alma.


Narrativa simbólica

En la narrativa simbólica, la Sombra es el conflicto inevitable. Puede manifestarse como personaje, ambiente, atmósfera o incluso como una tensión implícita. Su aparición no busca ser vencida: busca ser mirada. Es el eje del segundo acto simbólico: aquello que quiebra la imagen original del Yo y obliga al protagonista a descender. Sin Sombra, no hay relato de transformación real.



Ánima / Ánimus


Significado simbólico

Ánima y Ánimus son los arquetipos del alma complementaria. Ánima: lo femenino en la psique del hombre. Ánimus: lo masculino en la psique de la mujer. Representan el vínculo con el inconsciente y con el mundo simbólico. No son roles de género, sino imágenes del Otro interno que deben ser integradas para alcanzar totalidad. Su irrupción es intensa, emocional, proyectiva. En la psicología analítica, su integración marca un paso fundamental hacia la profundidad.


Narrativa simbólica

Narrativamente, son los espejos internos. Aparecen como personajes con los que el protagonista establece un vínculo emocional o espiritual intenso, pero que funcionan como reflejos de su propia psique. Desde la narrativa , su rol es mostrar lo que falta, lo que atrae y lo que confronta. Desestabilizan el Yo, lo expanden y abren el relato hacia la interioridad.



El Sí-Mismo


Significado simbólico

El Si-Mismo es el arquetipo de la totalidad psíquica. Es el núcleo organizador de la psique, más allá del Yo. Es simultáneamente el origen y la meta del proceso de individuación. Representa la reconciliación de los opuestos, la síntesis de consciente e inconsciente. En los sueños, aparece como figuras luminosas, círculos, mandalas, centros. Es lo más íntimo y lo más impersonal a la vez: lo que somos y lo que podríamos llegar a ser.


Narrativa simbólica

El Si-Mismo no es personaje, sino estructura simbólica del relato. Es lo que organiza el sentido desde el fondo. En un relato simbólico auténtico, el final —aunque no siempre resuelva el conflicto— ofrece un gesto de integración, una imagen de totalidad. No es un cierre explicativo, sino una resonancia. El Si-Mismo está en el silencio que sigue al relato: la imagen que permanece.



El Anciano Sabio / La Sabia Interior


Significado simbólico

Este arquetipo representa la guía interna. No se impone, no da soluciones, sino que orienta desde la visión profunda. Es la figura del conocimiento simbólico, del sentido que no se aprende, sino que se recuerda. Puede aparecer como anciano, maestra, animal sabio, libro, fuego. Es la voz que habla cuando el alma ha cruzado una crisis y está lista para oír.


Narrativa simbólica

Narrativamente, el Sabio marca un giro. No propone acción, sino dirección. Su aparición en la trama señala el ingreso del símbolo como clave del relato. No guía desde el poder, sino desde el espejo. En una narrativa, es quien revela que lo importante no es la meta, sino cómo el alma ha llegado hasta allí.



La Gran Madre


Significado simbólico

La Gran Madre es una de las figuras más ambivalentes del inconsciente colectivo. Simboliza lo materno originario: puede ser dadora de vida o devoradora, matriz o abismo. Está presente en todas las mitologías: Isis, Deméter, Kali, la Virgen. Es la Tierra, el cuerpo, la oscuridad fecunda. Para Jung, representa tanto el principio de contención como el riesgo de regresión. Su integración requiere atravesar la fusión simbólica con el origen y establecer un nuevo vínculo con la vida.


Narrativa simbólica

Narrativamente, la Gran Madre aparece como el espacio simbólico de lo originario. Es el hogar, la protección, pero también el lugar que atrapa. Su función simbólica es confrontar al personaje con su relación con el cuidado, la dependencia y la creación. En relatos simbólicos, ella no enseña: exige. Su función no es acompañar, sino permitir la separación consciente.


El Tramposo


Significado simbólico

El Tramposo es el arquetipo del caos necesario. No respeta normas, jerarquías ni lógicas. Su función es subvertir, introducir la contradicción, romper lo establecido para abrir un nuevo orden. En las culturas indígenas aparece como coyote, cuervo, bufón, dios menor. Jung lo consideró una figura primitiva del inconsciente colectivo que precede a la moralidad.


Narrativa simbólica

Narrativamente, es quien abre grietas. Su irrupción en el relato no sigue estructura: la quiebra. Introduce el absurdo, el humor, la transgresión. En una narrativa con propósito, su presencia desarma para volver a armar desde otro eje. No busca avanzar el relato, sino liberarlo.



El Niño Divino (Niño Interior)


Significado simbólico

El Niño Divino representa el potencial intacto del alma. No es infantilismo, sino símbolo de renovación. Aparece en sueños como figura frágil pero luminosa. Simboliza la semilla de lo nuevo que aún no ha sido corrompida por la cultura o el trauma. Es el núcleo más puro del Self en gestación.


Narrativa simbólica

Narrativamente, su aparición señala redención. No nace al inicio del relato, sino cuando todo parece haber sido perdido. Es el símbolo de que algo esencial persiste. Puede ser niño, animal recién nacido, fuego pequeño. No necesita ser explicado: solo protegido. Su presencia en el relato no da respuestas, pero transforma el centro emocional de la historia.



Estos arquetipos junguianos no siguen un orden lineal ni obedecen a una lógica externa. Son formas vivas que emergen cuando el alma está lista, activándose como respuestas simbólicas a tensiones internas profundas. A veces se presentan como una imagen sutil; otras, como una irrupción que desestabiliza. Pero siempre aparecen con una función: abrir un umbral hacia lo que no ha sido dicho, hacia lo que pide ser reconocido.


No son solo figuras simbólicas: son estructuras del alma en tránsito. Momentos psíquicos que, al ser comprendidos e integrados, permiten no solo vivir con más profundidad, sino también crear desde un lugar más verdadero.


Porque comprender un arquetipo no es etiquetar una experiencia: es encontrarle forma simbólica. Y esa forma —cuando se vuelve narrativa— permite contar historias que no imitan la vida, sino que la revelan.


Es ahí donde la narrativa simbólica se vuelve más que una estrategia: se convierte en una vía de expresión del alma, una forma de transformar vivencias en lenguaje arquetípico, y de dar cuerpo a lo que aún no había sido dicho.


En ese sentido, narrar no es solo contar.

Es traducir, integrar, sanar.

Desde el símbolo.

Con el alma.


Un hombre de pie frente a un espejo contempla su reflejo, que muestra el rostro de una mujer. Imagen que representa la integración del arquetipo del Ánima y el Ánimus en la narrativa simbólica de Jung.
Ánima/Ánimus en la narrativa simbólica de Jung, donde el reflejo revela la otra mitad de la psique.

¿Por qué los arquetipos? La integración del alma y la visión simbólica


Para Jung, los arquetipos no eran conceptos para estudiar desde afuera. Eran fuerzas vivas que necesitaban ser reconocidas, escuchadas, integradas. En ellos encontró no una teoría, sino un camino. Un lenguaje del alma que se manifiesta cuando la vida nos empuja a transformarnos.


El trabajo con los arquetipos es, en esencia, un proceso de sanación e integración. Porque lo que se manifiesta como conflicto —una crisis, un síntoma, una figura onírica— muchas veces es una parte del alma buscando ser mirada. Integrar un arquetipo no significa controlarlo, sino dejar de excluirlo. Darle lugar. Comprender que también es uno.


Jung llamó a ese recorrido el proceso de individuación: el viaje interior hacia el sí-mismo. No hacia una perfección ideal, sino hacia una totalidad viva, donde las polaridades conviven y el yo se alinea con su centro profundo. Es un viaje simbólico, lleno de pruebas, revelaciones, retornos. Un viaje en espiral. Un camino que, en muchos casos, encuentra su expresión más clara a través de una narrativa simbólica coherente y auténtica de nosotros mismos.


Pero no es un proceso únicamente personal. Lo que uno integra, también transforma el inconsciente colectivo. Cada acto de conciencia, cada símbolo encarnado, contribuye a sanar la imagen del alma en el mundo. Los arquetipos junguianos son puentes: entre lo individual y lo colectivo, entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo que fuimos y lo que podemos ser.


Por eso su presencia es tan potente en el arte, en el cine, en la literatura, en los mitos. La creación simbólica es el territorio natural del arquetipo. Y para quien narra, diseña, dirige, escribe o imagina, conocer estas formas es descubrir la arquitectura profunda de toda historia. No como fórmula, sino como memoria viva. En ese sentido, los arquetipos sostienen un verdadero storytelling con propósito.


El legado de Jung no es solo un sistema psicológico. Es una llave simbólica. Una invitación a mirar de otro modo, a narrar con más alma, a vivir desde un centro más profundo.


Y desde esa puerta abierta, entraremos ahora en otra voz: Carol S. Pearson, quien desarrolló una visión del arquetipo como fuerza interior en constante evolución. No se limitó a estudiar sus formas, sino que las convirtió en mapa vivo del desarrollo humano. Su propuesta nos invita a reconocer qué arquetipos se activan en distintos ciclos de la vida, y cómo ese reconocimiento puede ayudarnos a vivir con más conciencia, sentido y poder simbólico, y revelar, en el transito, narrativas con profundo sentido.



Un niño pequeño está sentado de espaldas, mirando un árbol solitario en la distancia, con un carro de juguete junto a él. Imagen simbólica del arquetipo del Niño en la narrativa simbólica junguiana: potencial, origen y totalidad en espera.
El Niño en la narrativa simbólica, símbolo de totalidad, origen y potencial según Jung.

📚 Recursos recomendados


Si este artículo te abrió una puerta hacia la narrativa simbólica, estos contenidos te permitirán profundizar en el pensamiento de Carl Gustav Jung, los arquetipos junguianos y el valor transformador del símbolo como lenguaje del alma:


🔰 En los orígenes del arquetipo: una serie desde Jung hasta Nichols en la narrativa simbólica

Introducción a la serie. Una mirada general sobre el arquetipo como forma viva del alma y su relevancia en el relato, la creación y la imagen interior.


🔔 En los orígenes del arquetipo: las doce voces interiores de la narrativa simbolica según Carol S. Pearson

Explora los doce arquetipos universales como herramientas para comprender la narrativa interior que guía nuestra vida.


🔮 En los orígenes del arquetipo: el tarot como narrativa simbólica del alma según Sallie Nichols

Una lectura del tarot como mapa psíquico, donde cada imagen refleja un tránsito interior. Nichols propone habitar los arcanos como símbolos vivos del proceso de individuación.


🌌 En los orígenes del arquetipo: habitar la narrativa simbólica con James Hillman

Una invitación a vivir el símbolo desde lo poético y lo imaginal. Hillman propone un alma que se expresa a través de imágenes, no conceptos.




🌍 Referencias externas esenciales


Un clásico imprescindible donde Jung y sus colaboradores explican el rol de los símbolos y los arquetipos en la vida cotidiana y la psique.


La obra más íntima y visionaria de Jung, donde el símbolo se convierte en relato e imagen viva del alma.


Artículo introductorio que contextualiza el pensamiento de Jung sobre los arquetipos desde la psicología contemporánea.

Una conversación con uno de los grandes intérpretes de Jung, sobre el viaje interior, el héroe y el símbolo.


✍️ Otros recursos del autor


📖 Branded content con alma: guía para relatos auténticos que realmente conectan

Narrativas que no venden, sino que revelan. Cómo contar desde el símbolo y la verdad.


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