Brand Voice DNA: del valor al símbolo, construyendo una comunicación de marca con alma
- bretonamadeus
- 6 may
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 4 jun

Guía para convertir símbolos en el lenguaje emocional que sostiene la comunicación de tu marca
¿Cómo puede una imagen hablar sin palabras, conmover sin discursos, sostener sin explicar?
En un mundo donde abundan los estímulos visuales pero escasea el sentido, el símbolo aparece como forma esencial: una imagen que no adorna, sino que revela.
Este artículo es la tercera entrega de la serie de la serie Brand Voice DNA sobre narrativa de marca con propósito: un recorrido que parte desde los valores como raíz, pasa por el gesto —o pequeño ritual— como acción encarnada, y llega ahora al símbolo: una figura que condensa el alma de lo que se quiere decir.
Aquí encontrarás una guía práctica para descubrir cómo traducir un valor profundo en una forma simbólica auténtica: una imagen con raíz emocional, capaz de construir un relato simbólico de marca , que toque, convoque y permanezca.

Cuando la acción se convierte en forma
Este artículo continúa el recorrido de nuestro anterior articulo "Brand Voice DNA: del valor al gesto, acción y storytelling emocional".
Después de identificar los valores universales como raíz emocional, y de explorarlos en su forma encarnada a través del gesto —o en un pequeño ritual— damos ahora un paso más profundo:
cuando la acción se condensa en una forma simbólica que revela lo esencial.
Ahí aparece el símbolo.
Un símbolo no es un adorno.
Es una figura sensible —un objeto, una forma visual, una imagen— que contiene un significado emocional.
Su potencia no está en lo literal, sino en lo invisible que hace visible.
En esta nueva etapa de la narrativa de marca con propósito, exploraremos cómo una marca puede traducir su verdad emocional en un lenguaje visual auténtico:
uno que condense, que conecte, que permanezca.
Uno que no se explica… pero se siente.

Antes de empezar: por qué el símbolo importa
No todo gesto, o ritual, se queda en movimiento.
Algunos, con el tiempo, se vuelven forma.
Una figura reconocible, cargada de sentido, que habita la memoria colectiva sin necesidad de explicación.
Una vela encendida.
Una puerta entreabierta.
Un pañuelo en alto.
Imágenes que no solo se ven: se sienten.
Evocan. Recuerdan. Convocan.
Eso es un símbolo:
la condensación sensible de una emoción verdadera,
la piel que toma un valor cuando decide hablar.
En el contexto de una comunicación de marca con alma, un símbolo no se impone: se revela.
No nace de un manual visual, sino de una verdad emocional que pide ser dicha de otra manera.
Un símbolo auténtico no representa. Encarna.
Y cuando lo hace, no solo comunica: convoca.
Mientras el branding tradicional diseña elementos visuales para construir identidad,
el símbolo construye sentido emocional.
Uno viste.
El otro revela.
Y cuando ese símbolo nace de un propósito de marca profundo,
puede convertirse en lenguaje:
un código sensible que habla por la marca, incluso en silencio.
Un punto de anclaje.
Un corazón visual que hace que el contenido no solo se vea…
sino que toque.

Paso a paso: cómo dar forma simbólica a los valores de tu marca en una comunicación de marca con alma
En el artículo anterior, exploramos cómo un valor profundo puede encarnarse en un gesto —o en un ritual mínimo:
un movimiento visible, reconocible, que transmite verdad emocional.
Ahora damos un paso más.
Cuando ese gesto, o ritual, se condensa y toma forma —cuando la emoción que antes se vivía en una acción encuentra una figura sensible que la contiene— nace el símbolo.
Un símbolo es más duradero. Más evocador.
Habla incluso cuando no hay movimiento.
Condensa lo invisible en imagen. Sostiene la emoción en silencio.
Aquí te compartimos una guía para recorrer ese tránsito:
de la emoción al gesto,
y del gesto a la forma simbólica.
Y lo haremos con un caso que lo ilustra con precisión: Starface, una marca de cuidado facial que transformó un objeto cotidiano (el parche para el acné) en un símbolo de empatía, visibilidad y humor emocional.
Una marca que no sólo diseñó un producto, sino que construyó una narrativa de marca con propósito y un relato simbólico de marca con raíz emocional y visual.
Paso 1 — Nombrar la emoción que habita el valor
Si ya identificaste el valor esencial de tu marca —ese principio que sostiene tu narrativa de marca con propósito—, el siguiente paso es traducirlo emocionalmente.
Porque un valor, para volverse símbolo, necesita encarnar una emoción concreta.
Una emoción que lo vuelva visible, vivible, compartible.
No alcanza con decir “libertad” o “esperanza”.
Hay que sentir: ¿qué quiere provocar ese valor en quien lo recibe?
Para eso, hazte preguntas que abran el territorio emocional:
¿Qué transformación emocional propone este valor?
¿Qué alivio ofrece? ¿Qué miedo suaviza?
¿Qué tipo de vínculo invita a construir?
¿Qué emoción profunda podría vivir una persona si este valor se hiciera presente en su experiencia real?
💡 Caso Starface:
El valor que sostiene la marca es la autoaceptación.
Pero no cualquier aceptación: una que alivia la vergüenza y celebra la vulnerabilidad.
La emoción que la acompaña no es agresiva ni desafiante,
sino una ternura empoderada que dice con suavidad:
“Está bien mostrarse como somos. Incluso en el proceso.”
Esa emoción —mezcla de alivio, alegría tranquila y cariño propio—
es la que da paso al símbolo: una estrella en el rostro, visible, juguetona, afirmativa.
Porque en la comunicación de marca con alma,
un símbolo no representa un valor como idea.
Lo encarna como emoción.

Paso 2 — Observar los gestos y rituales donde ya vive la emoción
Los símbolos no se diseñan.
Se descubren.
Y su semilla está en la vida real.
Una vez que nombraste la emoción que encarna tu valor,
el siguiente paso en tu narrativa de marca con propósito es salir a buscar:
¿Dónde ya se manifiesta esa emoción en el mundo?
Porque lo simbólico no nace en el papel. Nace en los gestos cotidianos, en las acciones que ya ocurren, incluso sin que las nombremos.
Y es ahí donde empieza a condensarse el símbolo.
Muchos de esos gestos o rituales ya los exploramos en el artículo anterior, donde el valor se volvía acción vivida.
Ahora, los miramos con otro lente: no para escenificarlos, sino para destilar de ellos una forma esencial.
Una figura emocional que puede sostener un relato simbólico de marca incluso cuando el gesto ya no está.
Ese es el tránsito entre la emoción, el gesto… y el símbolo.
Para encontrarlo, hazte preguntas como estas:
¿Qué gesto sencillo expresa esta emoción sin decir una palabra?
¿Qué acciones repetidas acompañan esa emoción en la vida cotidiana?
¿Qué ritual privado, casi invisible, revela lo que este valor intenta transmitir?
¿Qué escenas se repiten en la comunidad o cultura de mi marca que ya contienen esa emoción?
¿Qué hace una persona cuando siente eso que mi marca quiere despertar?
¿Hay un objeto, una postura, una forma que acompañe esa experiencia emocional?
Estas preguntas no buscan una solución visual.
Buscan una verdad emocional ya presente en lo cotidiano.
💡 Caso Starface:
El gesto está ahí, al alcance de todos: ponerse un parche sobre un granito.
Durante años, ese acto fue símbolo de algo que debía ocultarse.
Pero Starface lo observa de otra manera:
lo convierte en un gesto íntimo que se resignifica con ternura.
Y al hacerlo, empieza a nacer una forma.
Una forma que condensa esa emoción en algo visible, reconocible, compartido.
Porque en la comunicación de marca con alma,
el símbolo no viene del ingenio creativo,
sino de una mirada que sabe ver el alma en lo que ya está ocurriendo.
Paso 3 — Traducir la emoción en una forma simbólica
El gesto muestra.
El símbolo condensa.
Una vez que viste cómo una emoción se manifiesta en la vida cotidiana —a través de gestos, escenas o rituales—, el siguiente paso es transformar esa experiencia en una forma visual con raíz emocional.
No se trata de crear un logo.
Ni de diseñar un ícono decorativo.
Se trata de escuchar la emoción y preguntarte:
¿Qué forma la contiene sin decirla?
En la comunicación de marca con alma, el símbolo no es una ocurrencia creativa.
Es la traducción sensible de una vivencia.
Una condensación intuitiva que convierte lo invisible en visible.
Lo emocional en imagen.
Lo efímero en presencia duradera.
Para descubrir esa forma simbólica, hazte preguntas como estas:
¿Qué figura podría contener esta emoción, sin explicarla?
¿Qué objeto, textura, color, palabra o forma aparece en la imaginación al pensar en este valor?
¿Qué referencias visuales, culturales, espirituales, incluso en mis sueños, resuenan con lo que quiero transmitir?
¿Cómo se vería esta emoción si fuera un ícono?
¿Si pudiera hablar… qué diría ese símbolo?
¿En los gestos o escenas donde esta emoción se hace visible, hay un objeto que parece sostenerla, repetirla o concentrarla?
La respuesta no siempre será literal.
A veces será una figura intuitiva, inesperada.
Lo importante es que toque algo real.
💡 Caso Starface:
La forma simbólica es clara: una estrella amarilla.
Colorida. Visible. Afectuosa.
Una figura infantil que transforma lo clínico en juego.
Lo oculto en orgullo.
El parche para el acné se convierte así en una afirmación simbólica emocional:
"Estoy aquí, y está bien."
Esa estrella —inspirada en la estética kawaii japonesa y los códigos visuales de la infancia— no es solo un diseño bonito.
Es un símbolo de visibilidad amorosa.
Una forma que no solo se ve: se reconoce.

Paso 4 — Filtrar por el alma de la marca
No todo símbolo es para toda marca.
Incluso el más bello puede volverse vacío si no nace de una verdad interior.
La narrativa de marca con propósito no trabaja desde la inspiración estética: trabaja desde la coherencia simbólica.
Un símbolo poderoso necesita algo más que una emoción compartida.
Necesita una historia que lo justifique.
Una comunidad que lo reconozca.
Una marca que pueda sostenerlo.
Antes de adoptar cualquier forma, pregúntate:
¿Qué experiencia real vivió esta marca que le permite sostener este símbolo?
¿Qué verdad emocional hay detrás de lo que quiere representar?
¿Qué tono, estética, lenguaje y comunidad hacen que este símbolo sea natural… y no impostado?
¿Está alineado este símbolo con la historia de la marca, con lo que ha mostrado antes y con lo que quiere llegar a ser?
💡 Caso Starface:
La estrella no fue elegida porque sea linda.
Fue elegida porque encarna el alma de una marca que cree en la vulnerabilidad como potencia.
Su tono es desenfadado, empático, afectivo.
Su comunidad está formada por jóvenes que buscan autenticidad emocional, humor tierno, visibilidad con amor propio.
Todo en su universo —productos, redes, palabras, colores— respira esa misma verdad.
Por eso su símbolo funciona.
Porque no se impone.
Se revela desde dentro.
Paso 5 — Elegir y afinar
Ya viste la emoción
.Ya reconociste el gesto.
Ya descubriste la forma simbólica que podría contenerla.
Ahora, llega el momento de elegir.
Y más aún: afinar.
Porque no se trata de elegir lo más bonito.
Ni lo más llamativo.
Se trata de quedarte con esa forma simbólica que diga lo esencial sin adornos.
Que contenga el valor, el tono y la comunidad emocional de tu marca en un solo trazo.
Pregúntate:
¿Qué símbolo representa con mayor claridad lo que queremos encarnar?
¿Este símbolo vibra con el tono emocional de la marca? ¿Es íntimo, lúdico, misterioso, solemne, tierno?
¿Tiene el poder de sostenerse en el tiempo, de repetirse sin perder profundidad?
¿Puede habitar diferentes formatos —desde un empaque hasta una imagen en redes— sin volverse ruido?
Un símbolo no debe explicar.
Debe evocar.
Y cuando lo hace con claridad, consistencia y verdad emocional,
se convierte en algo más que una imagen:se convierte en una marca vivida.
💡 Caso Starface:
La estrella fue elegida.
Pero también fue afinada.
Su forma, su color, su brillo…
Todo fue calibrado para sostener el tono emocional que la marca quería transmitir:
cuidado sin drama, visibilidad con dulzura, identidad sin vergüenza.
Y así, la estrella se convirtió en más que un símbolo visual.
Se volvió manifiesto emocional.
Hoy, ese ícono está en cada producto, en cada historia visual, en cada interacción de marca.
No porque sea tendencia.
Sino porque es estructura simbólica.
Sostiene, recuerda, acompaña.
Y eso es lo que hace poderoso un símbolo dentro de una narrativa de marca con propósito:
que no solo represente algo…
sino que se vuelva habitable.
Una imagen que puede repetirse, sostenerse, sentirse.
No solo para comunicar.
Sino para construir sentido que perdura.

Cuando una forma revela lo esencial
Un símbolo auténtico no se impone: se revela.
No se diseña desde la superficie, sino que emerge desde el alma emocional de la marca.
No busca llamar la atención, sino dejar una huella invisible que se reconoce sin explicaciones.
Porque cuando una marca encuentra esa forma —esa condensación emocional que sostiene un valor—,
no necesita decir más: puede construir relatos desde lo visual, desde lo sensible, desde lo que toca sin forzar.
Lo vimos en Starface:
una estrella diminuta, juguetona, visible…
más que una figura: una declaración de ternura radical.
Ese símbolo no sólo está en el producto.
Está en la identidad emocional de quienes lo usan.
Se volvió gesto, se volvió comunidad, se volvió narrativa.
Ese es el poder de los símbolos:
cuando nacen del deseo profundo, no decoran, convocan.
No informan. Transforman.
Y ese tránsito —del valor a la emoción, del gesto a la forma—es el recorrido que toda marca puede hacer cuando decide comunicar desde su verdad simbólica.
🌱 Pero el viaje aún no termina.
Porque ese símbolo, para que pueda resonar, necesita una arquitectura emocional que lo ordene.
Necesita un patrón interno que dé coherencia a lo que la marca expresa en todos sus relatos.
Ese patrón ya existe. No se inventa: se revela.
👉 En el próximo artículo, “Brand Voice DNA: del valor al arquetipo, construyendo identidad narrativa de marca”, exploraremos el arquetipo como la arquitectura emocional que da coherencia a la narrativa de marca con propósito.
Una guía para descubrir esa figura interna —ese patrón de sentido que habita tu marca—
y usarlo como brújula narrativa para construir contenido que resuene, perdure y convoque.

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Una invitación a reconstruir el sentido y la coherencia en la comunicación de marca. Este artículo propone una narrativa simbólica que parte de los valores y se estructura con alma y propósito.
🌱 Brand Voice DNA: los valores de marca como raíz emocional de tu comunicación
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🧬 Brand Voice DNA: del valor al arquetipo, construyendo identidad narrativa de marca
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